martes, 18 de enero de 2011

Para cuando pediran perdon las izquierdas


Es insólito y molesto, ver con que facilidad y osadía, la izquierda  exige a todas las instituciones que se encuentran  lejos de su ideología, a que pidan perdón, como si todo el mundo estuviera  en deuda con la sociedad que ha sufrido escarnio, ludibrio, o aberración alguna, a lo largo de la historia, fueran culpables confesos de todos. y apareciendo ellos como victimas propiciatorias y universales. Todo  por pretender que reine la justicia social, la igualdad, la solidaridad, y la  paz  que harán al hombre, libre y dueño de sus propios actos. De entre todas las instituciones, la más atacada y perseguida, desde hace dos siglos, es la iglesia católica. Hasta el punto que José Borrell, justificaba su negativa a incluir una alusión a los orígenes cristianos de Europa en el preámbulo de la Constitución de la UE, porque, a su juicio, “hablar de cristianismo obligaría a mencionar a la Inquisición, los crímenes de las cruzadas y las hogueras”. Como se puede ver, hoy en día, para el socialismo rancio y sectario, la iglesia se la considera como la Inquisición, y las cruzadas. Como siempre  hace el comunismo o el socialismo, justificando la culpabilidad de los demás con medias verdades. O ¿es que el jefe árabe Saladino, repartía flores y caramelos a los cruzados cristianos?

Hace unos meses hemos conocido los resultados del simposium celebrado en  Octubre de 1998, hace ya 12 años, sobre el tema monográfico de la inquisición. En ochocientas páginas el profesor Agostino Borromeo, editor de la obra y docente de historia en varias universidades de Roma, ha recopilado las intervenciones de los expertos asistentes al acto. El resultado es terrible. Entre 1540 y 1700, los tribunales españoles celebraron 44.674 juicios por herejías, en los que condenaron al 3,5 % de los acusados, llegando a ejecutar al 1,8 %. En relación a la brujería,  en aquellos 160 años, se quemaron 39 brujas en España, 36 en Portugal, y 25.000 en Alemania, donde también juzgaban, por este concepto, los tribunales civiles. Por supuesto nadie puede estar orgulloso de la inquisición, Por estas atrocidades la iglesia católica representada por Juan Pablo II pidió perdón en el jubileo del año 2.000, al menos por dos veces, y otra vez, no hace mucho tiempo, lo hizo el papa  Benedicto XVI. Todavía estoy esperando que el presidente de la republica francesa pida perdón por el genocidio que supuso la revolución francesa. Perdón  a todos aquellos a los que les obligó a elegir entre “Libertad, igualdad, y fraternidad” o muerte. Solamente en la batalla de La Vendée, el general jacobino Westermann asesinó entre 150.000 y 300.000 personas, entre hombres, mujeres, niños y ancianos, según sigamos los datos de, Vittorio Messori o de, Javier Tusell, y a los que lograron huir  y esconderse estaba el plan B, muerte por  hambre, como ha demostrado el historiador Reynald Secher. Ha estos muertos debemos añadir la masacre de Lión perpetrada por José Fouche y las miles de personas pasadas por la guillotina.

Para cuando el perdón de los países comunistas por su represión sistemática y el terror como forma de gobierno que llegó a exterminar  cerca de 100 millones  de personas,
Naturalmente los comunistas y socialistas fanáticos van a negar lo que digo, de hecho es una de sus máximas: “Cuando no puedas defender con argumento la postura del partido siempre negar”.
Podrán negar los 20 millones de muertos que el régimen soviético produjo desde el término de la revolución bolchevique entre, fusilamientos de rehenes y prisioneros, sin previo juicio, los asesinatos de obreros y campesinos contrarios a la causa desde 1918 al 1922. O las muertes por la hambruna provocada por Lenin, de 1922. La liquidación y deportación de los cosacos del Dom en 1920, los muertos en los campos de concentración, Gulag, en el periodo de 1918 a 1930. La locura de la gran purga  de 1937-1938. La deportación  de los campesinos  y agricultores propietarios de la tierra  y que contrataban trabajadores llamados Kulaks, y que se oponían a la colectivización, de 1930 al 1932. La muerte de siete millones de ucranianos (Holodromor) durante la hambruna provocada por Stalin en 1932 y 1933. Las diversas deportaciones de polacos, ucranianos, de los países bálticos, Moldavia y Basarabia, entre 1939 y 1941, y después entre 1944 y 1945. La deportación de los alemanes del Volga 1941.L deportación y el abandono posterior a su suerte de los tártaros de Crimea en 1943 y de los chechenios en 1944.
El padre de todas estas aberraciones, Lenin, en los momentos de mayor paroxismo llegó a escribir cínicamente: “Si para llegar a nuestros fines debemos eliminar al 80 por ciento de la población, no vacilaremos ni un solo instante.”
Pero no para aquí el genocidio que la izquierda comunista  ha infringido al mundo a lo largo de su existencia. Vayamos a la Republica Popular  de China, donde fueron exterminados unos 65 millones de opositores a  Mao.
Mao Zedong, más conocido por Mao Tse Tung, desde muy joven fue influenciado por la revolución rusa  y las tesis políticas de Lenin. En 1949, ganó la guerra civil que mantenía contra los nacionalistas de Chiang Kai-shek, quien tiene que huir, convirtiéndose a partir de ese momento en el líder máximo de, la que él bautizo, en Pekín como, La Republica Popular de  China, hasta su muerte en 1976.
A partir de entonces, en todas partes del país, hasta en las aldeas más pequeñas, se abren mazmorras improvisadas, en las que el hacinamiento y las condiciones de vida son de una dureza sin precedentes. Hasta 300 detenidos en una celda de 100 metros cuadrados. Jornadas de trabajos forzados hasta el agotamiento combinadas con torturas, constantes violencias física y sádicas torturas que en muchas ocasiones acababan con la vida de los presos. Algunas de las revueltas, por tales injusticias, terminaban en autenticas masacres. En los campos petrolíferos de Yan Chang, son ejecutadas varias miles de personas, y en 1949 de los 5 mil amotinados en un deposito forestal, un millas son enterrados vivos para escarmiento de los demás
Como sucedería en  Rusia, a partir de 1950 se inicia una campaña de búsqueda y exterminación de los elementos contrarrevolucionarios. Esta monstruosa represión causa la muerte de más de 800 mil represaliados. La política económica de requisa forzosa de arroz, sin que los campesinos fuesen compensados, llevada a cabo por orden expresa de Mao, trae como consecuencia una hambruna que se llevara entre 20 y 43 millones de personas. En el 1959 se  produce un descenso de las cosechas por lo que los ingresos del estado son inferiores a otros años. Mao culpa de ello a los agricultores a los que acusa de esconder el grano y el arroz. Como consecuencia  el gobierno comunista, que se supone es el defensor de los trabajadores, inicia una feroz represión militar de nuevo contra los campesinos. Se ordena romper todos los utensilios de cocina, se les prohíbe hacer fuego y para mayor escarmiento se instaura en las aldeas y pueblos la tortura sistemática contra los que protestan. Unos son marcados con hierros candentes, otros, más desafortunados, serán enterrados vivos, a los niños que mueren por inanición, se les hervía en grandes calderas y utilizados como abono. El hambre era tan desesperante, que se llegaron a dar numerosos casos de canibalismo. Muchas familias se llegaron a intercambiar los niños  para ser comidos. A todo esto se unieron las enfermedades e infecciones que multiplicaron la mortandad.
En el 1966, Mao pone en marcha la “revolución cultural proletaria” Para llevarla a cabo se acude a los jóvenes guardias rojos. Jóvenes comunistas fanatizados y visceralmente antiintelectuales, se dedican a perseguir, con una fiereza y crueldad inusitada, a profesores, técnicos, científicos, escritores, artistas, y a todo aquel que tuviera pensamientos distintos al poder. Se calcula que entre 1966 a 1976, fueron ejecutados y desaparecidos un millón de personas. A esta brutalidad se unió el vandalismo que propicio la quema de libros, la destrucción de numerosos templos budistas con la quema de importantes manuscritos históricos. Asaltan el teatro de la Opera China y destruyen los decorados y cientos de valiosos trajes y destruyen parte de la Gran Muralla. Se prohíbe plantar flores, se corta el pelo a la fuerza a quien lo lleve largo, y se para a los viandantes obligándoles a recitar una cita del libro Rojo de Mao, y ¡ay de aquel que no lo supiera! (Esta obstinación  por las creencias religiosas la cultura se repite siempre donde se instala un gobierno totalitario).
Cuando Mao ve que esta Revolución Cultural, está destrozando el país, lejos de reconocer su error, echa la culpa a los guardias rojos y manda al ejército que ponga fin al caos que ha provocado. En 1970, los Guardias Rojos son disueltos y represaliados. Más de 5 millones de estos son enviados a “centros de rehabilitación” (cárceles del pueblo, o laogai) y  los que se revelaron fueron fusilados en masa. 
Desde la instauración en el poder de Mao Tse-tung, en 1949, hasta mediados de 1980, el comunismo en China, contando con el holocausto tibetano en el que fueron masacrados cerca de 800 mil personas, se calcula, que el genocidio social y étnico en China  es de unos 60 millones de muertos.

Pero la locura comunista aun da un paso más en la lujuria homicida  y genocida. En esta ocasión  será Camboya el lugar elegido.
Esta desgraciada aventura comienza en abril de 1975 en la ciudad de Phnom Penh, donde el Partido Democrático de Camboya, más conocido por “Los Jemeres Rojos”, en su discurso de toma de posesión del poder, comunica a sus habitantes el fin de dos mil años de historia, y el inicio de una nueva: “Camboya Año Cero”. A partir de ahora todo lo que pudiera recordar al pasado debía desaparecer y la mano elegida para ello sería Pol Pot, máximo líder de los Jemeres Rojos. Para lograr esta nueva Camboya, este fanático del comunismo maoísta se propuso, desde un principio, la aplicación literal de las teorías maoístas. La primera medida fue la eliminación de las ciudades, acabando, literalmente, con todos los conglomerados urbanos, declarando a sus habitantes de estas ciudades como enemigos del Estado. Para ello su primera acción fue la evacuación de todos los habitantes de las zonas urbanas del país hacia el campo. En principio se les informo que se hacía para prevenir los ataques aéreos de los Estados Unidos a las ciudades del país. De nuevo la disculpa mentirosa tan socorrida por los comunistas para justificar sus desmanes. Esta locura desplazo  a más de 2 millones de seres humanos, ancianos, hombres, mujeres y niños, que no regresarían jamás a sus casas. A todos ellos se les denomino “la gente del 17 de abril” para distinguirlas como a aquellas que no se habían unido a los Jemeres Rojos durante la guerra contra Lon Nol. Como enemigos del nuevo Estado y traidores a la Patria, fueron forzados sin piedad a andar cientos de kilómetros con escasa comida y agua, lo que provocó la muerte por agotamiento de miles de ancianos y niños que eran abandonados en las cunetas. Otros eran fusilados al no poder continuar el larguísimo viaje, a lugares remotos donde, los que sobrevivieron, fueron obligados a trabajos forzados.
Otra de las locuras fue la eliminación de todos los vínculos familiares. Así, las familias fueron desmembradas, los matrimonios disueltos, los conyugues y los hijos eran separados y enviados a provincias opuestas de la geografía, por lo que ya no se volvían a encontrar. De esta forma cruel se pretendía crear la nueva Camboya.
Como sucede en todos los regímenes absolutistas, como el caso de los comunistas la paranoia llega a creer que siempre hay un enemigo interno, oculto dentro del partido y Pol Pot no iba a ser menos, así que creó centros de reclusión para encontrar a este enemigo oculto y de esta manera continuar su política de exterminio de todo aquel que osara decir, hacer, e incluso pensar algún atisbo de crítica al partido. El más famoso fue el de Toul Sleng. Pongamos algunos datos del mismo: En 1975 fueron recluidos allí tan solo 200 personas. En 1976 fueron 2250.En 1977 5000 más. En 1978 otros 5000. Nadie sabía lo que sucedía en aquel centro penitenciario, pero lo que es cierto es que de 20.000 personas que pasaron por el, solamente sobrevivieron siete. Los sospechosos que eran llevados a estas cárceles del pueblo lo eran por cosas tan curiosas como: llevar gafas, saber un idioma extranjero, tener algún titulo universitario, haber trabajado en una oficina antes del 17 de abril de 1975, no tener callos en las manos y cosas similares que nos recuerda las checas españolas. Después que el sospechoso fuera encontrado culpable, arbitrariamente, por el articulo 23, era condenado a muerte, él y toda su familia, e incluso amigos y demás allegados , y se les conducía a uno de los llamados campos de exterminio.
En cuanto a los asesinados por los criminales jemeres rojos, se barajan varias cifras. Los vietnamitas  decían que habían muerto 3 millones de personas. La CIA calculaba entre 50 y 100 mil. Pero en la actualidad y de acuerdo con investigaciones más detalladas, se calcula que fueron 2 millones las personas muerta. Unas 700 mil murieron de hambre y enfermedades, entre 400 mil y 600 mil fueron ejecutadas, 4000 mil en la Regulación Obligatoria y otras 300 mil por causas diversas.
Aunque se puede seguir añadiendo más ejemplos de países que han sufrido la lacra asesina del comunismo, tales como: Corea del Norte. Los países latinoamericanos como Cuba, Nicaragua o Venezuela. Países donde se entrenan los grupos terroristas de la izquierda internacional bajo la protección de los dictadores mandatarios de estos lugares, o las dictaduras Etiopía, Mozambique y Angola. Pero creo que con estos tres ejemplos, por ser los más significados, son suficientes para ver cual ha sido la aportación del comunismo a la humanidad. Pobreza, odio y muerte de inocentes por el mero hecho de no pensar como el líder. Un líder cuya paranoia ha llevado al genocidio mayor de la historia de la humanidad con 100millones de muertos. Asesinato aún mayor que el perpetrado por los partidos nazis alemanes o fascistas italianos, ambos, también, de inspiración socialista.
También España tubo la desgracia de sufrir el talante absolutista  de comunistas, socialistas y anarquistas. Poro esto, es otra historia.
Y yo me pregunto: ¿para cuando un Nuremberg que haga justicia a tantos inocentes asesinados, y tantos desmanes perpetrados contra la humanidad?
Lo dejo a su buen juicio, si al menos no deben pedir perdón por tanto dolor y sangre derramada.