domingo, 20 de abril de 2014

Morir en la cama.

¿Porqué en cuarenta años de dictadura la oposición al franquismo fue diluyéndose hasta  estar totalmente desaparecida?

Las guerras fraticidas dejan un poso de rencor y venganza que sólo el paso del tiempo puede apaciguar. Para asosegar los resentimientos no es bueno estar constantemente avivándolos con ajustes de cuentas e incrementando las diferencias sociales entre vencedores y perdedores, como sucedió en los terribles años de la posguerra.

¿Qué hacer para desactivar a los colectivos opuestos a la dictadura y poder perpetuarse en el poder? Muy sencillo; dar  un giro a la política y económica que disminuyera la diferencia entre españoles de uno y otro bando. Para ello, el general, echó mano de técnicos y prescinde de ideólogos del régimen que estaban estacados en las ideas, ya trasnochadas, del 36.

Así, a partir de 1957, un gobierno de tecnócratas,  se hace cargo de la estabilización y en 1960 del desarrollo de estos planes. A partir de aquí, España da un giro trascendental para la economía, abandonando totalmente las viejas políticas autárquicas que contribuyeron a retrasar el despegue económico del país.

Este avance, en lo económico y social, trajo como consecuencia una clase media, formada por comerciantes, licenciados,  trabajadores cualificados y obreros propietario, con su piso de construcción social y el Seat seiscientos. Este fue el truco que hizo posible, que el dictador, muriera plácidamente en la cama. Cuando la gente tiene algo que defender y puede perder, las ideologías y las utopías, se van al garete.

Que se apliquen el cuento este gobierno de incompetentes, adoradores de Alemania, que están llevando al pueblo español a la miseria.

En el 36, al grito de “viva Rusia, muera España,” nuestro país fue al libertinaje y el exceso, que nos llevó a una guerra civil de desastrosas consecuencias. Esperemos que ahora al chillido incoherente de “viva Alemania muera España,” no terminemos repitiendo los mismos errores.


Estamos viendo que la política económica administrada por la Merkel nos perjudica hasta la ruina. En estos casos lo mejor es mandar a la férrea teutona a tomar Fanta. Preferentemente de limó.