¿Porqué en cuarenta años de
dictadura la oposición al franquismo fue diluyéndose hasta estar totalmente desaparecida?
Las guerras fraticidas dejan un
poso de rencor y venganza que sólo el paso del tiempo puede apaciguar. Para asosegar
los resentimientos no es bueno estar constantemente avivándolos con ajustes de
cuentas e incrementando las diferencias sociales entre vencedores y perdedores,
como sucedió en los terribles años de la posguerra.
¿Qué hacer para desactivar a los
colectivos opuestos a la dictadura y poder perpetuarse en el poder? Muy
sencillo; dar un giro a la política y
económica que disminuyera la diferencia entre españoles de uno y otro bando. Para
ello, el general, echó mano de técnicos y prescinde de ideólogos del régimen
que estaban estacados en las ideas, ya trasnochadas, del 36.
Así, a partir de 1957, un
gobierno de tecnócratas, se hace cargo
de la estabilización y en 1960 del desarrollo de estos planes. A partir de aquí,
España da un giro trascendental para la economía, abandonando totalmente las
viejas políticas autárquicas que contribuyeron a retrasar el despegue económico
del país.
Este avance, en lo económico y
social, trajo como consecuencia una clase media, formada por comerciantes,
licenciados, trabajadores cualificados y obreros propietario, con su piso de construcción social y el Seat seiscientos.
Este fue el truco que hizo posible, que el dictador, muriera plácidamente en
la cama. Cuando la gente tiene algo que defender y puede perder, las ideologías y las utopías, se
van al garete.
Que se apliquen el cuento este
gobierno de incompetentes, adoradores de Alemania, que están llevando al pueblo
español a la miseria.
En el 36, al grito de “viva
Rusia, muera España,” nuestro país fue al libertinaje y el exceso, que nos llevó
a una guerra civil de desastrosas consecuencias. Esperemos que ahora al chillido
incoherente de “viva Alemania muera España,” no terminemos repitiendo los
mismos errores.
Estamos viendo que la política
económica administrada por la Merkel
nos perjudica hasta la ruina. En estos casos lo mejor es mandar a la férrea teutona a tomar
Fanta. Preferentemente de limó.