El ridículo que Puigdemont
está haciendo pasar a Cataluña por Europa, con sus sandeces y mentiras ridículas que solo se creen sus
tercermundistas amigos del “oprimido”
pueblo Flamenco y los aldeanos catalanes, tiene a los independentistas al borde
de la risión de los europeos sensatos y consecuentes. Es patético y
esperpéntico ver en las televisiones europeas
a un Puigdemont haciéndose el
mártir, elegido por el altísimo, para
regir los destinos de Cataluña. Su demencia
ha llegado de extremos galácticos a un devaneo de locuras incoherentes como
pedir que Bélgica juzgue a la justicia
española. ¿Pero quién es Bélgica para juzgar a
un país soberano como España? ¿Pero a tanto puede llegar la
extravagante chifladura de este
individuo? Si usted ya no es nadie, no representa a nadie. Así todo en su
situación de delincuente, se atreve a pedirle a Rajoy una entrevista para
lograr un entendimiento político. Pero si usted solo puede dirigirse al juez
para ser juzgado por golpista y traidor a la patria, que le ha sustentado hasta la fecha.
Sus sandeces de soberbia han
llegado a pedir que los catalanes voten si quieren seguir en la UE o también independizarse de ella. Después de
esto lo mejor es que se quede en Bélgica para siempre o hasta que este inope país se de cuenta de lo que tiene en
casa, ¡Ah! Y que no se preocupen por las cárceles Españolas, que son más
modernas que las suyas y más competentes, además este individuo no va a la cárcel. Irá a un psiquiátrico con el
tiro que tiene.
A este personaje de opereta bufa, hay que
incapacitarle a perpetuidad, no se puede ni Cataluña ni el Estado mantener a
semejante pirado en cualquier cargo público.
Al país que le recoge le
preguntaría ¿que moralidad política tiene para permitir que un delincuente de
esta guisa, traidor a una nación amiga y socia en la UE , se le permita hacer campaña
electoral en su territorio? Piénsenlo y
no se hagan reos de su culpabilidad, artistas.