Esta oligarquía política que
padecemos, está empeñada en hacer culpable de todos los males de la democracia
a los ciudadanos que no votamos. Sé que no merece la pena dar explicaciones a esta casta de rufianes y desaprensivos, pero por una vez y sin que
sirva de precedente voy a hacerlo para su información y vergüenza. Si es que
les queda alguna.
No voto porque considero que el
sistema político, que ustedes han implantado, no es una democracia, sino una
autarquía política, aliada con la oligarquía económica y financiera que ha
dejado fuera a la participación ciudadana, a la que solo acuden para requerir
el voto que les legitime en el poder. Un estado en el que no existe la
independencia del poder judicial ni la separación de poderes. Donde los
diputados no representan a la ciudadanía, sino a los partidos que les han
colocado y por el que cobran sueldos que, muchos de ellos, jamás soñaron cobrar
en la empresa privada. Si es que alguno encontrara trabajo fuera de la política.
Con mi voto, ningún majadero, memo o mentecato va llegar a cargo alguno de
responsabilidad ni representación.
No voto porque la corrupción ha
llegado a cotas indecentes sin que se vea manera de acabar con ella. Todo lo
contrario, está institucionalizada hasta tal punto, que salpica directamente a
la primera familia de la nación. En tanto en cuanto no sea irradicada seguiré sin votar. Es inmoral, y carente de
toda justicia que por el solo hecho de nacer en una familia determinada u
ocupar un importante cargo público, se
pueda actuar con total impunidad, robando y gastándose los dineros de
todos los ciudadanos, mientras estos
pasan por grandes estrecheces. Y para colmo de la indecencia, hay que
enterarse por la prensa que el presidente del gobierno, con el beneplácito de
la casa real, busque la formula de indultar a Urdangarin y blindar a la Infanta, su esposa.
Recuerde Majestad, usted fue quien dijo: “todos somos iguales ante la ley.”
No voto porque estoy harto de las
mentiras y los agravios que, esta casta de indolentes, profieren a los
ciudadanos. Parece ser que la situación de penuria en la que nos encontramos se
debe a que los ciudadanos vivíamos por encima de nuestras posibilidades, cuando
en realidad son los políticos los que siguen viviendo por encima de las
posibilidades de España. El español tiene un sueldo mínimo tres veces inferior al
de los países desarrollados de la UE. Se les
tenía que caer la cara de vergüenza ver como hay españoles que no tienen para
comer, o ganen sueldos de miseria, y
unos pocos se arroguen sueldos millonarios o roben con la mayor impunidad.
Pero lo más inaudito es que
España siga gastando el doble de lo que ingresa. Mientras al ciudadano se le
suben los impuestos, se le bajan los sueldos y se les recorta el estado de
bienestar. Como ejemplo un dato. En julio del año pasado hubo un gasto de 101
mil millones de €, frente a 52 mil millones de ingreso.
No voto, porque estoy indignado y
hastiado de que el pueblo sea el que tenga que pagar el desmadre y bancarrota,
de bancos y cajas de ahorro, mientras la
cuadrilla de responsables de la ruina se van de rositas con indemnizaciones y
jubilaciones millonarias sin que se vea intención alguna por ponerles en su sitio, la cárcel.
No voto porque me encrespa el
mantener, con mis escasos recursos, unas 4 mil empresas públicas que emplean,
sin control alguno, a 9 millones y medio de personal con el único valor de ser
familiar o amigo del poderoso de turno. Estas nos cuestan al año unos 120 mil
millones de €, que equivale al 14% del PIB. Un despilfarro producido por una camarilla de políticos incapaces (no
saben hacer la o con un canuto), corruptos e inmorales.
No voto porque me hastían sus mítines
torpes. Cuyas propuestas, anticuadas y disparatadas, más que animarte a votar
producen risas, en unas ocasiones, vergüenza en otras, e indiferencia en todas.
Es tanta la mediocridad e insulsez de los candidatos. Quienes, para mayor
desidia, siempre son los mismos temerarios. Los mismos que han llevado a España
a esta situación, son los que ahora vienen a decirte como salvarla. ¿Pero en
que concepto tienen a los ciudadanos esta camarilla de carteristas?
Y por último, no voto porque he
perdido la credibilidad en ustedes. La credibilidad, junto a la honradez, y ecuanimidad, son los tres pies en que se sustenta un líder al que apreciar
y seguir. Si un político pierde alguno de ellos o todos, para no perjudicar a sus compañeros honrados, lo
que debe hacer es desaparecer de la política. Pero no se va ni dios. Ahí están
todos los imputados agarrados al aforamiento para no perder los emolumentos
millonarios que perciben por no hacer nada.
Creo que estos ejemplos son
suficientes para explicarle a la clase política de este país el porqué de la abstención.
Si se dan por enterados, espero pongan medios para solucionar el desencanto causado
con sus excesos. En caso contrario poco a poco irán surgiendo partidos, poco o nada democráticos, que acabarán con el
sistema. No culpen a nadie, los únicos culpables son ustedes.
Como dijo Lola Flores: “Si me
queréis, (a la democracia) irse.”