lunes, 6 de enero de 2014

Año Nuevo, vida vieja.

2013, nos ha dejado. Y en su huida no ha reparado en llevarse nada. ¡Ahí os quedáis con las miserias y los miserables que las alimentan!

Desde niño oí decir que: “Año Nuevo, vida nueva”. En esta ocasión no se ha cumplido este viejo refrán.

Sonaron las campanadas, y con la euforia de las felicitaciones y la pirotecnia, parecía que todo estaba cambiando. Pero como en el cuento de la cenicienta, al despertar  el nuevo día todo seguía igual. Los parados a la espera de un empleo al que agarrarse desesperadamente. La mafia andaluza a la espera que la jueza Alaya vaya desenmascarando a los padrinos del gobierno y sindicatos. Barcenas en la cárcel aguardando la sentencia. Blesa presumiendo del atraco cometido con el invento de las preferentes. El yerno del Rey, Urdangarin, con su interminable caso Noos. Así una larga y vergonzante lista de individuos mezquinos y desahogados que dejan la marca España a los pies de los caballos de Europa. Pero lo terrible no es que tengamos el suelo patrio lleno de chorizos, en otros países también los hay, lo inadmisible  es su impunidad.

Pero éramos pocos, y desde Europa desmontan la doctrina Parot. De la noche a la mañana se abren las puertas de las cárceles y se llenan las calles de nuestros pueblos y ciudades, con los asesinos de ETA, criminales, maltratadores, violadores de indefensas niñas, estafadores y de más individuos de este jaez. Con esta situación no me extraña que 2013 haya salido como alma que lleva el diablo.

Como contrapunto, están los discursitos de despedida de año de los líderes políticos. Una retahíla de mentiras o medias verdades que aburren al personal y ponen a las claras la poca imaginación e incompetencia de los dirigentes.

Rajoy, acompañado de sus corifeos, nos trae la buena nueva de que este año será el de la recuperación económica, y para demostrarlo nos da un anticipo de lo que se avecina: sube la luz un 2,3 % (y gracias), y congela los salarios mínimos, que ya son los terceros más bajos de Europa, por delante de Grecia y Portugal. Pero no se habla  nada de las remuneraciones de todos los incompetentes que tenemos que mantener. Muchos de los cuales pasan más tiempo en loa juzgados, solucionando sus problemas particulares, que los de los ciudadanos para lo que fueron elegidos, a dedo.

Y como colofón a todas estas disertaciones, la del Rey D. Juan Carlos. Un discurso repleto de tópicos típicos de estos momentos.

Se dirige emocionadamente a los que sufren la crisis y tienen dificultades para poder llevar un plato de comida caliente a la mesa. Este discurso también lo hace el Papa en estas fiestas. Pero me consta que después de estas, se les olvida.

Dio ánimos a los que aportan esfuerzo, creatividad y talento para superar las dificultades. Sobre todo si lo llevan acabo sin ayuda de ningún tipo. Estos son los famosos emprendedores a los que se les da mucho pábulo pero ni un duro para llevar adelante sus proyectos. Que son en definitiva los que hacen grande a un  país. Gracias a todos estos “desgraciados,” se han podido salvar la banca. Ustedes, los políticos, y su Majestad y extensa familia, vivir sin miedo a llegar a fin de mes. “Mucho te quiero perrito, pero pan poquito.”

Por último hay un párrafo en que se refiere a la falta de ejemplaridad en la vida pública “que afecta al prestigio de la vida pública y de las instituciones”. Hay que ser muy valiente para mentar la soga en casa del ahorcado o bien un osado. O, algún republicano sinvergonzón, se la ha metido (con perdón), hasta atrás, donde se guardan los más profundos pensamientos. Que Usted Señor, sea quien diga que la poca vergüenza de una pléyade de servidores públicos están desprestigiando las instituciones y al país es de esquizofrenia aguda. Seguro que sabe con quien ceno en su casa el día de Noche Buena. Lo dicho, le han metido un gol por toda la escuadra.

Yo este año no voy ni a la cabalgata. Cenaré las sobras de estas fechas y me iré a la cama sin esperar nada de los Reyes que no sea carbón.


En fin, lo que les digo “año nuevo vida vieja.” Ave Rajoy, los que vamos a morir, de hambre en 2014, te saludamos. Como última voluntad solo pido que no nos cuenten más milongas, déjennos disfrutar tranquilos los últimos días de nuestra miseria. 

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