domingo, 8 de junio de 2014

Así, no hacemos carrera.

Uno de los fenómenos políticos más sorprendentes de los últimos tiempos, es el de Susana Díaz.
En poco tiempo, por decisión del señor Griñan, esta señora de mediocridad exultante, ha pasado de ser una persona gris, siempre a la sombra del mandatario de turno, a la “deseada” por un sector mayoritario de los candorosos militantes de PS.
Doña Susana irrumpe en la política andaluza aupada por el capricho de la Junta Electoral del señor José Antonio Griñan sin que medie urna alguna.
Su curriculum es largo en lo académico. Tardó quince años en terminar la carrera de Derecho. Y corto en lo político. No se conoce alguna actividad de importancia dentro del partido que no sea la de estar en el sitio oportuno en el momento preciso.
He de reconocer que su discurso de presentación valiente, haciendo autocrítica, lleno de buenas intenciones, en las que prometía acabar con la corrupción que atañe a su gobierno y dar con los huesos de los corruptos en la cárcel, sorprendió a propios y extraños. ¡Por fin un político audaz que pondrá las bases para que los ciudadanos recuperen la credibilidad en la clase política y, los políticos la dignidad perdida!
Poco dura la alegría en la casa del pobre. Aún no se han apagado los ecos de los aplausos del temerario discurso, cuando la jueza Alaya sigue destapando casos de corrupción que implican al mismo Griñan y al anterior presidente Chaves. O Magdalena Álvarez, sin que se vea la menor intención,  por parte de nuestra anhelada  paladín, de apartarlos del partido o de la política andaluza. Incluso su esposo, D. José Mª  Morriche anda implicado en un asunto de facturas falsas en unos cursos para parados impartidos por la UGT, en la que la UDEFA (Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal), ha encontrado indicios delictivos.
Aquí vemos un ejemplo claro de lo que puede hacer la maquinaria propagandista del PSOE, que es capaz de convertir a un patito feo en un maravilloso cisne.

Si Susana Díaz es lo mejor que pueden presentar los socialistas para sacar al partido de la crisis en que está inmerso o para presentarla  a las generales, aviados vamos.

domingo, 1 de junio de 2014

Porqué no voto


Esta oligarquía política que padecemos, está empeñada en hacer culpable de todos los males de la democracia a los ciudadanos que no votamos. Sé que no merece la pena  dar explicaciones a esta casta de rufianes  y desaprensivos, pero por una vez y sin que sirva de precedente voy a hacerlo para su información y vergüenza. Si es que les queda alguna.

No voto porque considero que el sistema político, que ustedes han implantado, no es una democracia, sino una autarquía política, aliada con la oligarquía económica y financiera que ha dejado fuera a la participación ciudadana, a la que solo acuden para requerir el voto que les legitime en el poder. Un estado en el que no existe la independencia del poder judicial ni la separación de poderes. Donde los diputados no representan a la ciudadanía, sino a los partidos que les han colocado y por el que cobran sueldos que, muchos de ellos, jamás soñaron cobrar en la empresa privada. Si es que alguno encontrara trabajo fuera de la política. Con mi voto, ningún majadero, memo o mentecato va llegar a cargo alguno de responsabilidad ni representación.

No voto porque la corrupción ha llegado a cotas indecentes sin que se vea manera de acabar con ella. Todo lo contrario, está institucionalizada hasta tal punto, que salpica directamente a la primera familia de la nación. En tanto en cuanto no sea irradicada  seguiré sin votar. Es inmoral, y carente de toda justicia que por el solo hecho de nacer en una familia determinada u ocupar un importante cargo público, se  pueda actuar con total impunidad, robando y gastándose los dineros de todos los ciudadanos, mientras estos  pasan por grandes estrecheces. Y para colmo de la indecencia, hay que enterarse por la prensa que el presidente del gobierno, con el beneplácito de la casa real, busque la formula de indultar a Urdangarin y blindar a la Infanta, su esposa. Recuerde Majestad, usted fue quien dijo: “todos somos iguales ante la ley.”

No voto porque estoy harto de las mentiras y los agravios que, esta casta de indolentes, profieren a los ciudadanos. Parece ser que la situación de penuria en la que nos encontramos se debe a que los ciudadanos vivíamos por encima de nuestras posibilidades, cuando en realidad son los políticos los que siguen viviendo por encima de las posibilidades de España. El español tiene un sueldo mínimo tres veces inferior al de los países desarrollados de la UE. Se les tenía que caer la cara de vergüenza ver como hay españoles que no tienen para comer,  o ganen sueldos de miseria, y unos pocos se arroguen sueldos millonarios o roben con la mayor impunidad.

Pero lo más inaudito es que España siga gastando el doble de lo que ingresa. Mientras al ciudadano se le suben los impuestos, se le bajan los sueldos y se les recorta el estado de bienestar. Como ejemplo un dato. En julio del año pasado hubo un gasto de 101 mil millones de €, frente a 52 mil millones de ingreso.

No voto, porque estoy indignado y hastiado de que el pueblo sea el que tenga que pagar el desmadre y bancarrota, de bancos y  cajas de ahorro, mientras la cuadrilla de responsables de la ruina se van de rositas con indemnizaciones y jubilaciones millonarias sin que se vea intención alguna  por ponerles en su sitio, la cárcel.

No voto porque me encrespa el mantener, con mis escasos recursos, unas 4 mil empresas públicas que emplean, sin control alguno, a 9 millones y medio de personal con el único valor de ser familiar o amigo del poderoso de turno. Estas nos cuestan al año unos 120 mil millones de €, que equivale al 14% del PIB. Un despilfarro producido  por una camarilla de políticos incapaces (no saben hacer la o con un canuto), corruptos e inmorales.

No voto porque me hastían sus mítines torpes. Cuyas propuestas, anticuadas y disparatadas, más que animarte a votar producen risas, en unas ocasiones, vergüenza en otras, e indiferencia en todas. Es tanta la mediocridad e insulsez de los candidatos. Quienes, para mayor desidia, siempre son los mismos temerarios. Los mismos que han llevado a España a esta situación, son los que ahora vienen a decirte como salvarla. ¿Pero en que concepto tienen a los ciudadanos esta camarilla de carteristas?

Y por último, no voto porque he perdido la credibilidad en ustedes. La credibilidad, junto a la honradez,  y ecuanimidad, son los tres  pies en que se sustenta un líder al que apreciar y seguir. Si un político pierde alguno de ellos o todos, para  no perjudicar a sus compañeros honrados, lo que debe hacer es desaparecer de la política. Pero no se va ni dios. Ahí están todos los imputados agarrados al aforamiento para no perder los emolumentos millonarios que perciben por no hacer nada.  

Creo que estos ejemplos son suficientes para explicarle a la clase política de este país el porqué de la abstención. Si se dan por enterados, espero pongan medios para solucionar el desencanto causado con sus excesos. En caso contrario poco a poco irán surgiendo partidos, poco  o nada democráticos, que acabarán con el sistema. No culpen a nadie, los únicos culpables son ustedes.

Como dijo Lola Flores: “Si me queréis, (a la democracia) irse.”