miércoles, 13 de junio de 2012

Vivir por encima de las posibilidades.

Cuando escucho decir al político de turno la tan repetida frasecita: “Han vivido ustedes por encima de sus posibilidades”. Me enervo de tal manera, que agradezco a Dios no tener cerca, en ese momento, al cínico que la pronuncia.

Si es indignante para un pueblo que hizo una transición ejemplar, desde la dictadura a la democracia, demostrando una sensatez y madurez política que dejo atónito, no solo  a Europa, al mundo entero, ver como unos sinvergüenzas, con sospechosa preparación académica para ocupar los cargos que han estado desarrollando en la Administración del Estado, con una osadía solo propia de la ignorancia absoluta, se insulta a los ciudadanos tratando de culpabilizarles de todos los males que ellos, con su minusvalía intelectual, han ocasionado. Es aún más indignante que sigan ocupando un puesto en la política española o, lo que es peor, todavía no han sido imputados por el desastre económico y social que han ocasionado. Solo comparable a alta traición al pueblo español.

Las gentes normales, los que se levantan a las seis de la mañana para ir a trabajar por un sueldo base, la mayoría, de seiscientos y pico €, que pagan sus impuestos, sus hipotecas y sacan, con sacrificios y privaciones, una familia adelante, están empezando a cansarse de muchos políticos que han vivido, y viven, por encima de sus capacidades y estamos manteniendo con nuestra escasas posibilidades.

No es de recibo para los ciudadanos de este país, personas honradas a las que este nuevo gobierno les pide sacrificio tras sacrificio, ver como el presidente del principal partido de la oposición, es aquel vicepresidente primero del gobierno que contribuyó impasiblemente al disparate económico que ahora estamos padeciendo.

Es increíble y desconcertante ver como los sindicatos mayoritarios que han estado viviendo de la subvención millonaria sin importarles una higa como España se hundía en la ruina económica, y miraban para otro lado mientras el paro llegaba a  los cinco millones, son los mismos sindicatos que ahora se afanan con avidez inusitada en organizar huelga tras huelga, en contra de las medidas que, para paliar en lo posible el desaguisado dejado por sus cofrades ideológicos, ha tenido que tomar el nuevo gobierno. Movidas, que según dicen, las hacen… ¡Admírense! ¡Porque van en contra de los trabajadores! ¿Que trabajadores? ¿Los mismos que mes tras mes, año tras año se han quedado sin trabajo mientras el líder de UGT compra Rolex de oro y el camarada de CCOO, andaba embarcado en uno de esos cruceros de “Vacaciones en el mar”? Después de esto, ¿Todavía queda algún desvergonzado que se atreva a decir que hemos vivido por encima de nuestras posibilidades?

Pero no para aquí el descrédito de la clase política. Denigración que se han ganado a pulso a base de corruptelas, como prevaricaciones, amiguismo, estafas de todo tipo, malversación de fondos públicos, repartiendo el dinero entre comisionistas, como el hijo del presidente de Andalucía Señor Chabes. O despilfarrando alegremente los dineros de ayudas a los trabajadores, ERE, para que unos inmorales fueran a gastarlos en meretrices y droga.  

Y que decir de las grandes fortunas que muchos políticos, llegados a la función pública con los bolsillos colgando por fuera y en un “plis plas,” aparecen con hipódromos, chalets, fincas, apartamentos de lujo y unos capitales que solo se pueden asimilar con patrimonio y haberes que el presidente del banco Santander, Señor Botín, pueda atesorar después de tres generaciones de banqueros. Y mientras  pasan sus logros crematísticos por delante de la cara a los sufridos ciudadanos, ni a la Fiscalía, ni a Hacienda, se les ha ocurrido por la imaginación abrir una investigación al respecto.

Y como no quiero alargarme, solo haré un recordatorio a las Cajas de Ahorros (que ironía llamarse de ahorro), cuyas consejos de administración eran un nido de sindicalistas y políticos mafiosos de dudosa moralidad, cuya única preocupación ha sido repartir el dinero entre camaradas, amigos y familiares. Y una vez arruinada la identidad bancaria de turno, procurarse indemnizaciones y jubilaciones escandalosas. Y si te he visto no me acuerdo. Vamos, que yo no se nada de la bancarrota y ahí te quedas.

Estas son algunas de las andanzas que esta casta de políticos y sindicalistas deshonestos, que podemos encontrar cada día en los periódicos. Y estos son los que se atreven a exculpar su indecencia echando la culpa a los ciudadanos de a pie con la frasecita, “han vivido por encima de sus posibilidades”, mientras ellos se lavan las manos y viven tan ricamente de los emolumentos robados a todos los españoles.

En cualquiera de los países democráticos del mundo, estos individuos hacía tiempo que estaban apartados de la política y en la cárcel. Y ahora andamos pidiendo credibilidad a nuestros socios comunitarios.

Ha llegado la hora de acabar con esta mafia. O se busca a los culpables de este desatino, se les juzga y se ponen a buen recaudo en el lugar que les corresponda, o estos indeseables de traje y corbata acaban con la democracia que tantos años estuvimos esperando. España necesita una regeneración política en profundidad que restablezca credibilidad las instituciones y sus representantes. Y debe hacerse ahora. Mañana quizás sea tarde.

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