Parece que ya acabó la función. Ahora
lo que procede es recoger los trastos del espectáculo y retirarse a sus casas a
esperar otra oportunidad.
Ya era hora que terminara este
esperpento de negociación interpretado por tres patéticos políticos
representantes de la mediocridad y el fracaso. Un ególatra obsesionado con el poder al que nunca tendrá
acceso por la vía del voto pues su capacidad para convencer a los ciudadanos es
inalcanzable por su vulgar y mezquino parlamento. Otro salido del túnel del
tiempo con un discurso trasnochado que solo produjo, en su historia, hambre,
muerte y desesperación, lleno de demagogia populista sin pies ni cabeza (sobre
todo cabeza) cuyo ejemplo de gestión ya hemos visto en Grecia y Venezuela,
dispuesto junto a etarras asesinos e independentistas a la destrucción de
España como nación para convertirla en una especie de republicas bananeras. Y
un tercero en discordia que desde su púlpito de vanidad da consejos frívolos e intrascendentes para
hacer creer al personal que está por encima de sus compañeros de viaje en
cordura y sensatez cuando en realidad su discurso siempre ha sido ambiguo,
tedioso y cargante. Con este vulgar y anodino trío y sin mayoría suficiente es
muy difícil crear algo de valor para nuestro país.
Ahora habrá de nuevo elecciones.
Esperemos que el señor Sánchez se vaya a
su casa y busque un empleo que vaya más acorde con sus talentos intelectuales, Iglesias
a estudiar nuevos discursos para seguir contando con el apoyo de
independentistas, asesinos etarras y dictadores bananeros, y el “templa gaitas”
de Albert Rivera al banquillo a esperar si alguien le llama para mediar en algún
otro conflicto.
En definitiva, una tomadura de
pelo al ciudadano y un gasto cienmillonario para el país. Esperemos que esta
vez ya hayamos espabilado para la próxima.
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