Todo el mundo habla del
espectáculo, patético y choni, que los reyes en Mallorca protagonizaron a la
salida de la catedral. La reina consorte Doña Leticia se comportó de forma
chabacana y verdulera, por cosa tan intrascendente, como el de una fotografía de la reina Sofía con
sus nietas. Su actuación arrabalera ha
puesto al descubierto el carácter soberbio
y antipático frente a la profesionalidad y buen tono de la reina Dña.Sofía.
Las cosas mal hechas acaban pasando factura, reconozco que ser reina no es
fácil, por ello un rey debe casarse con una igual, educada en actividad
monárquica para lo que ha nacido, de esta forma evitaremos escenas y
situaciones similares a las que hemos vivido. En esta familia tenemos otro
antecedente del que debían haber aprendido, el caso Urdangarín, otro plebeyo
que no aguantó la presión del nuevo estatus social adquirido al casarse con una
infanta y hoy se encuentra con un pie en la cárcel. Estos malos ejemplos dejan
la institución profundamente tocada y al
rey Felipe VI con las vergüenzas al descubierto.
Pero no culpemos a nadie de
estos contratiempos, solo los caprichos
amorosos de sus Majestades son culpables por no respetar las leyes y
tradiciones de la monarquía, que son, en realidad, los que les hace diferente,
si seguimos por este camino de sobresaltos vulgares y chabacanos, malos augurios se ciernen sobre la familia.
Los antecedentes de la
aspirante a reina, serán esmerados sin tacha ni mancha alguna que pueda
embadurnar el currículun de la futura regente, en el caso de la consorte doña
Leticia no se cumple, es divorciada, con un pasado de lo más movidito con un
aborto. Los que la han tratado en profundidad dicen de ella que es inteligente, calculadora, fría
, soberbia y ambiciosa, a su carácter hay que añadirle que no parece creer en
la institución que representa, pues siempre fue republicana al igual que la
familia de la que procede.
Señor, parece ser que el
enemigo está en palacio. Cría cuervos...
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