sábado, 30 de octubre de 2010

El análisis del mes: El Islán y la democracia.

El 21 de Octubre de 2004, José Luís Rodríguez Zapatero, propuso en la 59ª Asamblea General de la ONU la idea de lo que se llamó la Alianza de Civilizaciones, que busca el acercamiento y entendimiento entre Occidente y los países del mundo árabe musulmán, para de esta forma poder combatir el terrorismo internacional islámico por otras medidas que no fueran militares, la corrección de las desigualdades económicas y el dialogo cultural.
El buenísmo idealista del presidente choca frontalmente con la realidad. Tal vez debido al desconocimiento absoluto de lo que es el islamismo y su idiosincrasia particular en la que no encontraremos ninguna coincidencia o algún rasgo común con occidente que pudiera servir como punto de partida para comenzar un acercamiento progresivo.
Henry Kamen, historiador británico y profesor de diferentes universidades de Gran Bretaña, España y EEUU, afirma que la propuesta de Zapatero es en el peor de los casos una farsa y una perdida de tiempo, pues para que exista una alianza es preciso  compartir una serie de conceptos en común. Así en uno de sus artículos de 12 de Diciembre de 2004 dice: “¿Qué alianza? ¿Qué civilizaciones?” Y a continuación se responde irónico: “Se supone que la intención no será exportar los decadentes conceptos occidentales como democracia, derechos de las mujeres, libertad de expresión, libertad de religión o tolerancia sexual. Si el señor Zapatero, como así parece, no tiene intención  de profundizar en conceptos como la dictadura, el control de la prensa y la negación de la libertad sexual, difícilmente se lograra algún proceso positivo que pueda llevar a los países árabes a la democracia tal como la entendemos en occidente.”

El problema único estriba en la religión. En tanto en cuanto sea la Ley Islámica, concentrada en el Corán, la que rija toda la vida política, cultural, social y económica, los países árabes musulmanes seguirán estancados en la edad media y jamás saldrán de sus satrapías absolutistas y dictatura teocrática.
Solo tenemos que escuchar a algunos islamistas y  dar una ojeada por las páginas del Libreo Revelado, sin entrar en profundidad, para sustentar inequívocamente esta afirmación.
Cuando hablamos con los musulmanes de la “Sharia” y la obligación que todo buen musulmán tiene de luchar contra los infieles, se le ponen a uno los pelos de punta. Ver el fanatismo con que justifican todo tipo de atentado, las lapidaciones de mujeres en Irán, Sudan o Mauritania, el exterminio de los cristianos en Indonesia, la degradación de las mujeres en Afganistán o la liquidación de los blasfemos y los católicos en Pakistán Pidiendo incluso la “Sharia”, para todos los países democráticos de Occidente.
Su fundador, Mahoma, fue al tiempo un líder espiritual y caudillo militar, y aunque en un principio no deseaba crear una nueva religión, sino mandar un mensaje monoteísta, llamado a pedir perdón mediante letanías hebreo – cristianas, denunciando, entre otras, practicas tan aberrantes como la de enterrar vivas a las niñas recién nacidas cuando estas eran las primogénitas, buscando de esta forma tratar de regresar a la antigua pureza del hombre piadoso o “hánif”, cuyo primer representante es el profeta Abraham. Tanta era su espiritualidad que se empeño en que fuera nombrado profeta, pero el escaso conocimiento de la biblia se lo impidió. Esto provocó en Mahoma un odio a muerte tanto a judíos como a cristianos... A partir de este momento se propone un objetivo político; hacer de la comunidad de creyentes o “umma”, un ejercito dispuesto a emprender una guerra santa en contra de los infieles y el se presenta como el tercer profeta después de Moisés y Jesús.
Desde ese preciso momento la guerra santa se constituye en el ideal supremo de Mahoma, pues con ella iba a infringir a los incrédulos todo el castigo y el tormento, hasta la aniquilación total, de tos los infieles, que no eran otros que todos aquellos que desobedeciesen sus mandatos o lo que es lo mismo al propio Ala. Así podemos leer en el Corán: “Se os prescribe el combate, aunque os sea odioso.” (azora. 2, 18).
El lenguaje bélico del Corán es de una extrema violencia establecida como la voluntad de Alá. He aquí un ejemplo: “Yo estoy con vosotros. ¡ consolidad en sus puestos a quienes creen ¡ ¡Arrojaré el pánico a aquellos que no  creen ¡ ¡ Golpeadlos encima del cuello ¡ ¡ Golpeadlos en la yema de los dedos ¡” (azora. 8,12), En otra azora podemos ver el ensañamiento genocida que el Corán ordena a sus seguidores: “No es propio de un profeta tener prisioneros hasta que haya cubierto la tierra con los cadáveres de los incrédulos.” (azora. 8,68), y la exaltación de la venganza cuando, refiriéndose a judíos y cristianos, exclama en numerosas ocasiones: “¡Dios los mate!
Después de lo expuesto no se puede negar que el Corán no deja otra forma de conversión que no sea la imposición mediante la violencia y que la intolerancia y fanatismo es exaltada como una virtud divina siempre que sean  aplicadas contra el infiel. “Combatid a quien no crea en Dios ni en el último día ni prohíben lo que Dios y su enviado prohíben. A los que  no practican la religión de la verdad entre aquellos a los que les fue entregado el Libro. Combatidlos hasta que paguen la capitación personalmente y ellos estén humillados.” (azora 9,29 ). Y para que nadie puede dudar por un instante en la ley escrita por Dios, se aplica como coacción el terror:”No hay ciudad a la que nosotros no aniquilemos o atormentemos con terribles tormentos antes del día de la resurrección. Eso esta en el Libro escrito,” (azora 16,60).
A estos ejemplos añadiremos que tratándose de una verdad revelada no caben, en el texto canónico islámico, diferencias entre la fe y la razón. La fe lo es todo, entendida como obediencia ciega. De hecho no hay humanidad fuera de la fe. Por lo tanto el no musulmán no pertenece e la especie humana. Por tanto puede ser torturado o sacrificado en el nombre de Alá y este te lo premiara.
Estos ejemplos extraídos del Corán nos dejan claro que la religión Islámica es de un autoritarismo circular que no deja resquicio para la tolerancia. La verdad revelada es incuestionable.
Estos son los pueblos con los que el Señor Zapatero quiera acercarse con la propuesta de democratización con to lo que esto conlleva, libertad, justicia, tolerancia y convivencia sin terrorismo ni sobresaltos fanático-religiosos. Para que este sueño iluso pudiera llevarse a efecto lo primero que hay que hacer es cambiar el Corán, y eso es  imposible, a no ser que se produjera un milagro. Lo dicho una perdida de tiempo y dinero.

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