martes, 23 de abril de 2013

El circo de Cataluña.


La Nació catalana, como les gusta llamarse a los nacionalistas, es un foco de espectáculo permanente. Su locura independentista y el afán de protagonismo de sus dirigentes, está llevando a esta autonomía del mediterráneo hispano al esperpento tremebundo.

Al amparo del atolondrado anhelo de una hipotética nación, ha surgido una estirpe política en Cataluña cuyas actuaciones, en muchas ocasiones, raya el ridículo.

No hay peor cosa que desear aparentar lo que uno no es, y toda esta casta de vividores que representan a Cataluña, con sus actuaciones y declaraciones, están haciendo un flaco favor a esa tierra que dicen amar tanto. Los viajes a Rusia y al parlamento europeo de Mas y la comitiva de comedores que le siguen, fue un fracaso total, muy comentado por la prensa libre del estado español. Si lo que querían era promocionar Cataluña como nación, no solo no lo lograron, sino que hicieron el ridículo. Pero esto no lo sabe, o no quieren saber, los ciudadanos catalanes informados por los periódicos subvencionados por la generalitat. Ese prensa sumisa que come de la mano de los políticos de turno y son incapaces de informar, a la sociedad catalana, con la veracidad que exige la libertad de expresión.

Para que no falte de nada en este circo nacionalista, las últimas declaraciones de Pujol producen vergüenza ajena. Asevera que en España no funciona nada.  Ni el Tribunal Constitucional,  ni el Tribunal Supremo. Precisamente las dos instituciones que han parado los pies a las ansias independentistas. Esperemos que del Tribunal Supremo de Justicia de Cataluña, ante el que su hijo, Oriol Pujol, ha tenido que comparecer por la trama corrupta de la ITV, no le suceda lo mismo que al español y falle a favor de su vástago. Esto dejaría claro lo bien que funciona  la justicia en Cataluña. En caso contrario, nos encontraríamos ante un caso fragante de ineptitud y provocación del estado español. Ya es sabido que todo lo que perjudique a la familia Pujol es un invento de Madrid para desprestigiar a Cataluña. Pues ya saben ustedes que Cataluña es Pujol, Mas y compañía. Además de las familias de estos y de algunos privilegiados amiguetes de ellos.

Si el señorito Oriol dice que “sus gestiones se hicieron en el interés público y del país, y que las llevó acabo para organizar el complejo mapa de las estaciones de la ITV. ¿Quién es el TSJC para acusarlo de tráfico de influencias y  poner en duda su honradez y amor a la patria catalana?

Respecto a su esposa, acusada por la Agencia Tributaria de lucrarse en este proceso de reconversión, está claro, según él mismo dice, “son interpretaciones totalmente falsas y erróneas.” Faltaría más. Y el dinero que saco de su amada tierra, fue también por el bien de Cataluña. Es decir, de ellos que para eso son Cataluña. Todo es cosa de Madrid. Lo de siempre ya produce risa.

Pero no acaba aquí la cosa. Para que el espectáculo se asemeje más al “Circo Mundial”,  el señor Mas, reunido con sus incondicionales y eufórico por los aplausos y vítores, añade más agua a la sopa y refiriéndose a lo anteriormente expuesto dice que; España daña los símbolos referenciales de Cataluña. Si lo que desean es hacerse conocer como nación en Europa y esta se entera que los símbolos referenciales son estos impresentables, bien  vamos.

Si el presidente de un gobierno es el valedor de semejantes personajes, imputados por corrupción, poniendo en tela de juicio a la justicia  y sus tribunales, Europa solo puede pensar que se trata de un gobierno bananero donde las castas gubernamentales tienen la potestad de hacer y deshacer a su antojo por encima de leyes y normas y siempre en beneficio propio.

Ustedes con su política pueblerina y su incapacidad son los únicos culpables del deterioro económico de su autonomía. Dejen de echa la culpa de sus fracasos a los demás, son ustedes incapaces de solucionar los problemas que, día a día y cada vez más, sufren los ciudadanos de su autonomía. Son ustedes unos caraduras. Cuando se les acabe el chollo de Madrid, ¿a quien echarán la culpa?

Que va a pensar cualquier ciudadano europeo de un país cuyo presidente ha llegado a tal punto de necedad que se ha permitido el aconsejar el tipo de libro que debe leerse sus gobernados. En la Alemania de Hitler o en países comunistas de Lenin, Mao, Stalin, Pol Pot, Fidel Castro, o últimamente Maduro, se puede comprender, pero en un país que quiere ser ejemplo de democracia, produce pena y risa.

Boy a terminar con unas palabras que le definen a usted y su grupo con diáfana claridad:
“Hay formaciones que no solo tienen falta de realismo, sino un ataque de populismo y amnesia, aparte de una alta dosis de falta de educación y grosería preocupante.”

¿Sabe quien lo dijo? Usted el otro día. Aplíquese el cuento.

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