Según la opinión del gobierno, la
imputación de la infanta Cristina no beneficia a la marca España.
Ahora se da cuenta este gobierno
que la marca España puede salir perjudicada por hechos de corrupción. Ahora que
un miembro de la casa real española está, presuntamente, implicado en un acto
de cohecho.
La marca España estaba en
entredicho y bajo sospecha mucho antes que saliera a la luz el caso Nóos, con
el yerno del rey y su hija imputados como presuntos malhechores. Sólo tenemos
que dar algunos nombres para imaginarnos el concepto que tiene de la marca España
el resto de Europa; Gurtel, Barcenas, Vidal Cuadras, Oriol Pujol, el robo de
los ERE y los “señoritos”, presuntos jefecillos del desfalco de Andalucía, Chaves,
con su hijo el comisionista, y Griñán, el caso Campeón, con el hombre de la
gasolinera, Pepe Blanco. Y así un largo etcétera. Todos ellos presuntos y todos
ellos continúan ostentando su cargo y cobrando del presupuesto nacional.
Después de esta lista de “presuntos”
delincuentes, aún mantenidos por el erario publico, ¿qué concepto puede tener
Europa de la marca España?
Con esto no quiero disculpar a la
infanta y su marido. Todo lo contrario, si se demuestra su implicación en
cualquiera de los actos delictivos de los que son acusados, deben ser
procesados y castigados según propongan las leyes correspondientes.
Si así sucede, la marca España quedará
libre de sospechas. Si la ley, según dijo el rey, es igual para todos y es
aplicada en consecuencia, sea quien sea el reo, el mundo entero verá que en España
funciona, impecablemente, la justicia democrática. Pero es importante que se les
aplique a todos con la misma firmeza, sin olvidarse de toda la ristra de presuntos
chorizos. Los españoles necesitamos ver que todos los que nos han esquilmado,
comienzan a entrar en la trena. De lo
contrario, adiós a la democracia.
En cuanto a todo lo que están
pasando la casa real y la infanta Cristina, sólo ellos tienen la culpa. Para
ser rey hay unas normas que cumplir, y la casa real española se las ha ido saltando
a la torera. De su cumplimiento depende que la institución sea apreciada y
pueda mantenerse en el tiempo. Uno de estos preceptos está en el matrimonio; éste se debe producir
entre miembros de la realeza. Para ser rey hace falta una educación
determinada. Ahí esta el ejemplo de nuestra reina. Una mujer educada para el difícil
trabajo de la regencia, labor que ha desempeñado, hasta la fecha, con exquisita
profesionalidad. Esta exigencia, que parece superflua, ha demostrado ser de
gran importancia a la vista de lo sucedido.
Si no se respetan los cánones
establecidos, la institución pierde la razón de ser quedando a la altura de
cualquier organización plebeya. Si el príncipe y las infantas pueden conducirse
a su antojo, sin respetar los límites de sus obligaciones, es un sin sentido
mantener un sistema que no aporta nada a la sociedad.
El señor Iñaki Urdangarin puede ser
un gran atleta, pero ni su preparación, ni su educación, son las más idóneas para
formar parte de la familia real. Su proceder ha dejado en entredicho los valores
regios, perjudicando gravemente a la monarquía.
Tanto para la institución monarquía
como para la marca España, la salvación pasa por aceptar el fallo de la
justicia, caiga quien caiga. Y usted, majestad, a aplicarse, que lo que costo
tanto trabajo institucionalizar puede venirse abajo en un instante como un
castillo de naipes. Le prevengo, hay mucha gente esperándolo.
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