Lo de este país, antes llamado
España, ni tiene nombre ni solución.
Mientras sigamos gobernados por
estos políticos desaprensivos y aprovechados que han secuestrado la titularidad
del poder al conjunto de la sociedad, sus legítimos dueños en una democracia,
convirtiéndolo en “una mafia legalizada”, no vamos a levantar cabeza.
Con la corrupción institucionalizada
y los jueces vendidos el temor a delinquir es mínimo o nulo. Aquí “el que no
roba es tonto”. Esta frase seguro que la habrán escuchado en numerosas
ocasiones por personas desahogadas que, en su ignorancia, no se percatan que
acaban de cargarse uno de los principales preceptos para ostentar el poder,
junto con la justicia: la honestidad.
La moralidad entre la clase
política española está por los suelos. Pero lo peor es que no se ve a nadie que
pueda regenerar a esta legión de sinvergüenzas.
La situación ha llegado a tal degeneración
que lo mismo roba un ministro que el
concejal o el alcalde del pueblo más remoto de España. Sin olvidarnos de los
“seudo-banqueros”, que después de arruinar las cajas de ahorros de nuestra
península, se marchaban con indemnizaciones millonarias con total impunidad.
Hasta la Casa Real tiene
en la lista de presuntos familiares
directos como lo son la Infanta
y el yerno del Rey.
El gobierno está lleno de presuntos.
La oposición un tanto de lo mismo. Pero todos continúan en sus puestos
manteniendo su estatus y prebendas.
Niegan los delitos y se escudan en unas leyes clasistas que se vulneran a base
de fianzas multimillonarias. Sin el menor escrúpulo, se paga en 24 horas
cantidades astronómicas sin que al fiscal de turno le inquiete lo suficiente
para investigar de dónde ha salido esta abrumadora cifra en tan exiguo tiempo.
De esta manera, más mil filigranas jurídicas desplegadas por expertos abogados,
a cuyos despachos solo tienen acceso estos cacos con corbata de seda, se
alargan las investigaciones hasta el infinito procurando que el tiempo acabe
por difuminar el caso hasta el olvido.
Da asco leer el periódico por la
mañana y ver, un día sí y otro también, en primera plana, los mismos nombres de
siempre. Personas que hasta la implicación en alguna corruptela eran gente
vulgar, como vulgar era su vida y sus conocimientos. Gentes que jamás hicieron
algo por los demás. Individuos que, si
destacan en la política, es por su ineptitud y sus “choriceos”.
Mangantes de medio pelo que vinieron a la política a forrarse a consta de los
sacrificios del resto de ciudadanos.
Todo este cúmulo de aberraciones
son las causantes del desprestigio y la carencia de credibilidad que pesa sobre
toda la casta casposa que nos gobierna como una losa. Estos son los que aún
tienen la solemne caradura de pedirnos más sacrificios. Mientras, ellos siguen
con sus mangoneos y rapiñas a cara descubierta, porque saben que no les
sucederá nada. Y, para colofón a la tomadura de pelo a la que nos tienen
sometidos, y por “nuestro bien”, los dos partidos mayoritarios hablan de pactos
puntuales para solucionar los problemas de la crisis. Este pacto es como si
ponemos a un zorro a cuidar las gallinas. Los mismos que crearon la crisis y
los que la están administrando con nefastos resultados son los que van a pactar
soluciones. ¡Los presuntos mangantes son
los que pretenden acabar con la mangancia! Ustedes no vienen a salvar a los
ciudadanos. ¡Ustedes pactan para salvar sus culos de paja!
¡Ya está bien de tomaduras de
pelo! ¡Váyanse a tomar… Fanta!
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