domingo, 14 de julio de 2013

¿Que no entiende la señora Merkel?

El estereotipo más común de los alemanes entre la ciudadanía española, es el de “cabeza cuadrada”. Esto es, una persona obstinada, testaruda, contumaz, intransigente, fanática y cabezona. Y he de decir que en mi vida no he escuchado una frase tan corta que defina de forma tan precisa a un individuo o una nación. Bien, pues en manos de estos señores tan sesudos e irreflexivos está la economía europea.

El mundo, a lo largo de su dilatada existencia, ha ido evolucionando gracias a la creatividad y originalidad de los pueblos que le habitaban, quienes con su trabajo fueron capaces de generar bienestar y riqueza para su tribu, primero, luego su pueblo y por último a su nación y país.

Da la casualidad que las civilizaciones más avanzadas provenían de los países mediterráneos.  Mientras en Grecia, Roma, o Hispania, se producía un avance económico social y cultural, del norte nos invadían los pueblos de origen germánico, (los antecesores de la Sra. Merkel,) godos, visigodos, ostrogodos, francos, vándalos, burgundios. Todos ellos mano de obra violenta y poco cualificada. Pero esta vez sin la connivencia Zapatero. Lo digo para aquellos ingenuos que después del tiempo trascurrido no acaban de comprender que a estas alturas de la crisis ya nada tienen que ver las majaderías del iletrado ex presidente. Pero volvamos a lo que nos ocupa en esta ocasión. Como decía, son los descendientes de estos pueblos bárbaros quienes ahora dirigen la economía europea. Y lo hacen de la forma y manera en que ellos ven la vida. Austeridad hasta el límite de la miseria y la torpeza llegando al ahogamiento del mercado común.

Las cabezas cuadradas tardan mucho en comprender hasta las cosas más sencillas y, una vez que lo hacen, ya van a “piñón fijo” sin pararse a pensar si puede haber otras soluciones menos costosas y más eficaces. Vamos, que sus pocas luces no les deja ver el problema más allá de lo aprendido sesudamente.

La persona inteligente es reflexiva y creativa y estas virtudes son las que han llevado a la ciencia, la cultura y la economía a las altas cotas que ahora ocupan logrando de esta manera la evolución social que ahora disfrutamos. Al menos en los países de occidente.

Cuando uno se da cuanta que las cosas no avanzan como se deseara, sería incesante y necesario escuchar otras movidas económicas, evaluarlas y ver si son más propicias, y no insistir en el error. Pero esto también es difícil de entender por la señora Merkel.

Esta oronda señora, de carácter y aspecto marcial, no solo no se entera de las penurias  que están soportando los países del sur por su política miserable y asfixiante, sino que está convencida de lo efectivo de su gestión. Solo hay que escuchar los piropos que últimamente le dedican desde Bruselas a Rajoy y a España animando a continuar por este camino e incluso a hacer más recortes y nuevos impuestos. Hay que ver las caras de satisfacción del señor Rajoy y Guindos cuando lo manifiestan en las ruedas de prensa. Pero estos piropos, que tanta satisfacción causa entre los miembros del gobierno, están faltos de consistencia y se desmoronan cuando sales a la calle y te das de bruces con la realidad de la situación.

Después de estas lisonjas, todo hace pensar que en la cabeza cuadrada de la señora Merkel no entra un ápice de claridad. Su fanatismo político-económico esta llevando a Europa a un desastre similar al que sus antepasados, aquellos arios dirigidos por otro mesías de dudosa capacidad mental, quisieron hacer del mundo: una cloaca fascista.

Hay que sacar a esta señora de la abstracción irreal en que levita y ponerla los pies en la tierra. Yo propongo que los seis millones de parados, los del 15M, los jóvenes que buscan su primer empleo, los mayores de 50 años en plena capacidad mental y laboral, y demás pobres y parias que malviven en España, acudamos al Parlamento Europeo a plantear nuestras protestas directamente para que no pueda alegar que no lo sabía. Ya está bien de pagar los mismos los platos rotos de todo ese atajo de incompetentes y comedores.

Si mi propuesta se llevara  adelante, en España solo quedarían sindicalistas, políticos y presuntos, que por su cuantía forman un nuevo estatus social dentro de la política.


Que pena de país, jamás había caído tan bajo. 

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