Al comienzo de la democracia,
allá por el año 78, 79, el entonces alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, acuño una
frase que le hizo famoso: “La justicia
es un cachondeo”. Las críticas, improperios y juicios de valor que le cayeron
encima fueron la de dios.
El paso del tiempo nos demuestra
que el alcalde de Jerez no iba tan descaminado. Lo de la justicia de hoy, no
solo es un cachondeo, sino también un agravio al ciudadano normal que paga sus
impuestos y ve como una sarta infinita de chorizos se los reparten entre
sueldos prebendas y lo que debiera ir destinado al “estado bienestar” se lo
llevan calentito sin que el espoleo sea
castigado como se debiera.
Aun no estamos curados de espanto
de ver como a una pobre mujer que robo seiscientos euros para comprar dodotis y
leche para su hijo, al juez de turno no le tembló la mano y la requería una
burrada de años de cárcel. O a aquel aldeano que cogió te en el puerto para
hacerse unas infusiones, te e infusiones que sus antepasados venían haciendo
toda su vida, otro ilustre juez le
impuso una multa, de tal cuantía, que el pobre reo confeso no haber visto
reunida tal cantidad de dinero en su larga vida. Y aquel caso de la vaca que se
escapo de la cuadra con tan mala suerte, que fue atropellada por un turista dominguero
dejándole mal trecho el automóvil. Le faltó tiempo al diligente juez de turno para
exigir daños y perjuicios, e incluso cárcel, para el paisano que vivía solo en
el monte con sus animales y la mala suerte quiso que el coche de un turista atropellara
a una de sus reses. Se podrían citar mil casos más de este calibre en los que
la justicia se esmera en su cometido. Cosa de agradecer, pues la impunidad de
estos “peligrosos” ciudadanos puede acabar con la convivencia y la economía de
la nación.
Pero ahora está la cara B de la
justicia, en la que la rigidez judicial, en muchos casos (no me atrevo a decir
en todos) brilla por su ausencia. Verán ustedes: En el año 2009 la policía
tenía abiertos 730 investigaciones
judiciales a cargos públicos por corrupción. La corruptelas de estos
“servidores” de la patria no consistían en coger unos manojos de te. Unos eran
por prevaricación, otros por cohecho y malversación de fondos públicos,
falsedad, estafa, fraude fiscal y blanqueo de capitales. Estos cargos le caen a
un simple ciudadano y no vuelve a ver la luz del día. Pero que ocurre con estos
delincuentes; que son Aforados. Que te trincan con las manos en la masa;
cuidadin, que soy aforado. Que de la noche a la mañana tienes un patrimonio más
grande que el de Botín y te abren una investigación; no se pasen conmigo que
soy Aforado. Palabra mágica y la investigación desaparece. Que eres el padrino
de la mafia andaluza; ni tocarme que soy Aforado. Aquí comienza el baile, el
cachondeo y la tomadura de pelo al ciudadano calle.
Vamos que ser aforado en España,
es una especie de patente de corso que te permite robar lo que no está escrito
y no te pasa nada.
Para más tomadura de pelo los
ciudadanos vemos como gentes que antes de ostentar un cargo político iban por la calle con “el
moco colgando”, les detienen, les piden una fianza extratosferica y al otro día
la depositan en el juzgado como si se tratara de calderilla. Solamente por este
echo queda al descubierto. ¿De donde saca usted tantos millones de € de un día
para otro? Es una pregunta que cualquier fiscal medianamente inteligente, se haría. Pero como es aforado…
En estos tiempos que vivimos, los
ciudadanos queremos ser aforados, políticos o yernos del rey.
Hagamos una consulta al pueblo
ahora que está tanto de moda. ¿Quieren que los sinvergüenzas que nos gobiernan
sean aforados?
¡O todos o ninguno!
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