domingo, 12 de mayo de 2019

El hotel de los líos.



En el pueblo asturiano de Cangas de Onis, la antigua capital de la reconquista española, ha sucedido algo insólito a la par que gracioso, el dueño de un hotel rural ha denunciado a un paisano porque los gallos, de su gallinero, cantan por la mañana y no dejan dormir a sus clientes, inaudito e infrecuente. Pero lo más de lo más es que un juez haya aceptado a trámite la denuncia y condene al dueño del gallinero a deshacerse de sus animalitos. Si el requerimiento del dueño del hotelito es insólito, no lo es menos el fallo del juez, de hacer desaparecer a los gallos cantores por pasarse de decibelios. Mucho antes que el hotel del lío, en el pueblo estaban los gallos, gallinas, bacas, cabras, ovejas y demás animales que toda la vida de dios han habitado en los pueblos. Se supone que estos animales proferirán algún sonido, el canto de los gallos no es precisamente tan agradable como una canción de Plácido Domingo, pero es su sonido habitual que se ha escuchado por los tiempos de los tiempos en las zonas rurales, y ni el señor José María García, que así se llama este avezado empresario dueño del hotel, ni un juez “estrella” de la capital, van a lograr cambiar las cosas de los pueblos. Lo que hay que hacer es enterarse de quien es el juez para  evitar que vuelva a hacer el ridículo y en estos casos aplique, no la ley, sino el sentido común. Y al aguerrido empresario, viendo el tipo de clientes que acuden al hotel, que parecen desconocer lo que se  esconde en las zonas rurales, un prospecto para que sepan  quien vive y lo que hacen los animalitos que acompañan y ayudan a la subsistencia de los habitantes de los pueblos rurales. Especifique en el catálogo que los gallos cantan a la madrugada con las primeras luces del día, que los caballos relinchan, las ovejas balan, las vacas mugen y todos los animales, al igual que los humanos, cagan y mean y que algún excremento encontrarán por las calles del pueblo. La pureza del aire, la tranquilidad absoluta y demás tonterías con las que se venden estos parajes también tienen sus inconvenientes, pero aún así merecen la pena, las zonas rurales son así. Por favor, abstenerse los ridículos, extravagantes y demás esperpentos de idiotez manifiesta, estos mejor en un desierto o a Cancún, no  están para más. Angelitos.

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