Cada cierto tiempo los aprendices
a británicos, ciudadanos de la roca de Gibraltar, nos recuerdan, en plan
toca-pelotas, su vecindad mediante provocaciones salidas de tono y fuera de la
ley, que despiertan en nosotros el amor patrio que descansa indolente en lo más
profundo de nuestros corazones.
A mí este peñón habitado por
monos y piratas, me trae al pairo. No me interesan para nada e incluso me
parece bien que vivan tan ricamente siempre y cuando no molesten. Pero parece
ser que la educación recibida por los británicos en estos trescientos años, les
lleva por el filibusterismo y despotismo del que han hecho gala los hijos de la Gran Bretaña a lo largo de la
historia. Ya se sabe: “de padres gato, hijos michines”.
Ahora se dedican a rellenar una
de las zonas de pesca de nuestras aguas
con bloques de cemento, para impedir el trabajo de nuestros pescadores.
Esta vez parece que el Gobierno ha reaccionado y les ha cortado, de momento,
las alas. Los Británicos, no acostumbrados a que España reaccione en defensa de
los intereses patrios, han puesto el “grito en el cielo” y hasta el alcalde de
Londres, un tal Boris Johnson, ha unido su voz a miles de hooligan dolidos en
su honor ingles. Que es un honor diferente a cualquier otro.
Este tal Boris, se ha puesto como
un basilisco, y ha exigido a España que quite sus manos de Gibraltar. Se
quitaran cuando los llanitos quiten los bloques arrojados en nuestras aguas.
Porque vera usted "Lord Boris", si atendemos a las disposiciones del tratado de
Utrecht de 1713, España cede a la Gran
Bretaña , el castillo las aguas del puerto y el territorio de
la ciudad de Gibraltar. Luego son ustedes quienes están metiendo sus manos en
España.
Entérese antes de hablar. Que
oportunidad ha perdido para callarse la boca. Así los españoles no nos
hubiéramos enterado que es usted un analfabeto, como muchos de sus
conciudadanos. Señor Johnson, no solo tiene historia su isla. ¡Si yo le contara!
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