Iglesias y su “churri” se
han comprado una villa con 2.000 metros cuadrados
de finca y la envidia rápidamente se ha
lanzado a la yugular de la afortunada pareja, no porque se haya comprado una
casa, que derecho tienen como cualquier español, sino por la incoherencia del
asunto. Pablo Iglesias es el representante de los pobres y desheredados de este
país y, gracias a ellos, está en el meollo de la política nacional. No hace
mucho se puso como un energúmeno contra los políticos que vivían en casas
aisladas de los ciudadanos y ahora resulta que él se compra un casoplón para
que sus hijos se pueden criar mejor fuera de la polución de las barrios en
que vivía y donde todavía viven los
obreros. Muchos de estos trabajadores se han dado cuenta de que Don Pablo ahora
ya es casta, no se ha conformado con un adosado en Parla, no, a una buena zona
residencial para que sus “churumbeles” se vayan codeando con la casta a la que
ellos pertenecerán en el futuro. Iglesias ya no es de los vuestros, ahora ya
tiene pasta, y parece que mucha cuando logra una hipoteca que solo se le
concede a los Botín, ya saben, esos banqueros que han amasado su fortuna a
través de generaciones. Sin embargo Don Pablo, persona inteligente donde las
haya, ha conseguido su capital en cuatro años, como quien dice. Si aplica esta
formidable idea a la política económica española, en una legislatura que esté
este hombre en el poder, todos compraremos casas de semejante estatus.
Esta incoherencia es un
insulto a todos los que le votan y el dice defender. Pero no acaba aquí su
prepotencia, ahora se presenta ante sus votantes para pedirles, siempre democráticamente,
que digan si quieren que siga o se retire a su finca a respirar aire puro. Hay que
tener mucha cara y muy dura para, después de insultarlos con su soberbia,
restregarles aún más su metedura de pata tratándoles como idiotas y mansas ovejas
para que le den un nuevo voto de confianza. ¿Éste es el concepto en que tiene a
sus votantes? Una pena.
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