Como en años anteriores, siguiendo la tradición que han marcado nuestros tertulianos anteriores, los miembros de la tertulia “Sago”, acompañados de varios simpatizantes, han llevado acabo el tradicional viaje cultural del verano. Esta vez por tierras del mozárabe. Y para hacerlo que mejor sitio que las tierras leonesas de Sahagún y Grajal de Campos, lugares donde el mozárabe se expresa con mayor intensidad.
Salimos de Torrelavega el domingo 15 de julio a las 8 h de la mañana, con un cielo gris que dejaba suspendidas en el aire, aún fresco, algunas gotas de agua. Todo cambió cuando entramos en tierra de campos. Las nubes se abrieron y dieron paso a un cielo azul y soleado que ya no nos abandonaría en toda la jornada.
La primera parada se produjo en un área de servicio; lugar donde se tomó el café y algún que otro dulce, alimentos que ayudaron a la reanudación de nuestro viaje.
El autobús fue avanzando entre trigales, girasoles, plantaciones de verdes patatales, setos y verdes pinares que proyectaban profundas sombras en el sobrio y luminoso paisaje castellano.
Al fin, Sahagún. Eran las 10,45 h de la mañana y el sol comenzaba a calentar el ambiente. Al llegar a nuestro primer destino fuimos recibidos por una jauría estridente de vencejos y golondrinas que traían buenos presagios para nuestra visita.
Sin ninguna demora, fuimos recibidos en la antigua iglesia de La Trinidad por una agradable y encantadora guía, quién, después de presentarse como Belén, procedió a mostrarnos un video explicativo sobre la ciudad que íbamos a recorrer.
Pero empecemos nuestro pasacalle particular por la monumental villa partiendo de la iglesia que ha acogido nuestra llegada; la antigua iglesia de La Trinidad. Se sabe de ella desde 1221. Fue construida dentro de una de las puertas de la muralla medieval. En la actualidad está retirada del culto y alberga entre sus muros de ladrillo el auditorio y el albergue de los peregrinos. Nos llamó la atención la escultura del peregrino que hace guardia en la fachada principal. Y como ven, muchos fueron los tentados en hacerse una fotografía junto a ella.
Al lado, separada por una calle, nos encontramos con la iglesia de San Juan de Sahagún que fue construída sobre la casa natal del Santo. Las obras comenzaron en 1627 pero no concluyeron hasta mediados del siglo XVII. No pudimos verla por dentro al estar en obras de restauración.
Acto seguido vimos la iglesia de San Lorenzo, un buen exponente del estilo mudéjar que fue construída en el siglo XIII. En su construcción observamos como abandona los postulados románicos para dar paso al pujante estilo gótico. La gran diversidad ornamental de sus tres ábsides nos indica la sabia manipulación del ladrillo, poniendo de manifiesto la variedad de recursos de sus artífices. Junto a ellos, encontramos su espectacular torre tronco-piramidal que consta de cuatro cuerpos que van disminuyendo a medida que toma altura. La mala sorpresa llegó, cuando vimos una de las fachadas laterales, que constaba de una maravillosa arcada confeccionada enteramente de ladrillo, apuntalada. Los recortes presupuestarios también han llegado al arte.
Y seguimos nuestro peregrinaje particular por las empedradas calles de Sahagún, hasta llegar a la Capilla de Jesús, sede del Museo de Semana Santa. En él, podemos contemplar los pasos procesionales de la Semana Santa facundina. No se conoce la autoría de estas tallas que, nos dice la guía, son de la imaginería barroca del siglo XVII. A mí, particularmente, me parecieron figuras sacadas de los cuadros de El Bosco.
De allí, a la iglesia de San Tirso. Esta maravillosa iglesia constituye uno de los mejores ejemplos de la arquitectura mudéjar. Se encuentra junto a las ruinas de la abadía benedictina, es de la mitad del siglo XII. Al contrario que la iglesia de San Lorenzo, está aún sigue los esquemas basilicales del románico de tres naves rematadas con capiteles semicirculares. Su exterior hace gala de un fascinante juego de volúmenes, condensando un notable esfuerzo ornamental dentro de una armonía proporcional que otorga al conjunto un carácter escultórico. No podemos dejar de destacar su torre rectangular en ladrillo, que se eleva sobre el tramo recto del ábside central y no sobre el crucero, como sería en buena lógica.
A un par de calles de San Tirso, se encuentra la Torre del Reloj – San Mancio. Fue un monasterio benedictino de grandes dimensiones, llegó a tener cuatro claustros, dentro de los cuales se aglutinaban los servicios domésticos, eclesiásticos y administrativos.
Sin pérdida de tiempo nos dirigimos al Monasterio y Museo de Santa Cruz. Este espléndido edificio, ocupado por las M.M. Benedictinas, fue fundado en el siglo XVI y consta de tres salas más la iglesia del convento.
Y por último, en la tercera sala destacaremos una placa de chimenea de origen inglés del siglo XVI.
Ya en la iglesia conventual de la Santa Cruz, podremos admirar el retablo de la capilla mayor (siglo XIII) procedente de la iglesia de La Trinidad, y los sepulcros del rey Alfonso VI y de cuatro de sus seis esposas; Inés, Constanza, Zaida y Berta.
Para rematar la mañana, nos dirigimos, bajo la presión del sol castellano sobre nuestras cabezas, hasta el santuario de La Peregrina.
Este magnifico edificio, fundado a mediados del siglo XIII, está ubicado a extramuros de la villa, en un altozano al que tuvimos que ascender por un camino empedrado.
A lo largo del tiempo ha sufrido muchos cambios y se han incorporado varios espacios adosados a la obra original. Cabe resaltar la decoración de yesería de la Capilla de la familia Sandoval.
Recientemente, en 2011, el complejo arquitectónico ha sido restaurado y será la sede del centro de Interpretación y Documentación del Camino de Santiago.
Esta fue nuestra última visita matinal, que como se puede ver fue aprovechada a tope, pues en tres horas y media visitamos, sin una sola parada para reponer fuerzas, nueve edificios monumentales. En fin, prácticamente todo el Sahagún monumental.
Fue el postre quién puso un poco de cordura culinaria a tan particular pitanza, una tarta a base de leche condensada y queso ataviada con nata que en verdad estaba sabrosa, al menos así le pareció a mi paladar no muy dado a dulcerías.
Sobre las cinco y media levantamos campamento para visitar la villa de Grajal de Campos. Por su extenso patrimonio está declarado Conjunto Histórico Artístico.
Lo primero que salta a la vista al llegar a Grajal es el monumental castillo. Fue construido aprovechando una estructura anterior. Las primeras noticias de esta edificación son del año 967. Se trata del primer castillo íntegramente artillero construido en España. Su edificación se llevó a cabo entre 1517 y 1521 y fue dirigida por el arquitecto Lorenzo de Adonza. Está edificado con piedra caliza de color gris blanquecino, procedente de la provincia palentina de las canteras de Guardo, Saldaña y Velilla de Tarilonte, transportadas en carromatos tirados por bueyes.
Fue declarado Monumento Nacional el día 3 de junio de 1931.
El origen de la Iglesia se remonta a los siglos XII o XIII (románico mudéjar). Así lo confirman escritos y evidentes vestigios conservados como puertas y arcos.
La actual edificación es obra del gótico tardío y renacentista, con singulares muestras del último mudéjar (1516-1523).
Lo primero que te llama la atención es su gran amplitud que da lugar a una concepción basilical e incluso catedralicia.
En su interior nos recibió una joven guía amablemente que, de forma afable, nos fue presentando los tesoros que guardaban aquellos milenarios muros.
La construcción es de ladrillo bien cocido, probablemente fueran suministrados por el propio Tejar de Grajal que a su vez abastecía a gran parte de la comarca. Templo y casa- palacio, están unidos a través del ábside a la altura de la primera planta, dejando en la planta baja un pasadizo externo denominado “El Callejón”.
Los condes de Vega podían escuchar la misa desde su tribuna o capilla privada, sin necesidad de mezclarse con los vecinos del pueblo. Esta estancia del palacio, estaba situada encima del ábside y se encontraba cerrada y oculta por una hermosa rejería artesana decorada con motivos heráldicos relativos a la nobleza de los condes. También hay otras rejas a cada lado del retablo central que guardan reliquias y relicarios de gran valor.
La guía nos acerca al retablo Mayor o Central, y nos explica que es de fabrica renacentista, de 1600 realizado por el escultor y ensamblador Roque Muñoz, de Cuellar (Valladolid).
En una pared contigua se encuentra el Cristo de la Agonía, conocido popularmente por “el de las lluvias”. Esta obra se le atribuye al escultor salmantino, Bernardo Pérez de Robles (1621-1683), es el gran maestro de “crucificados”. La tensión emocional, propia del barroco, es bien visible en la agonía de este Cristo.
También veremos dos pasos de la Semana Santa. Se trata de dos escenas de la pasión que fueron contratadas, a principios del siglo XVII, al escultor vallisoletano Pedro de la Cuadra. Se trata de El Atado a la columna y El Nazareno. A su lado, se encuentra La Dolorosa o la Soledad. Es una talla de la Madre de Cristo que responde al modelo de escultura erguida, de pié, donde sólo se esculpen cabeza y manos. Como curiosidad diremos que sus brazos están articulados.
No puedo olvidar un Calvario que es una autentica joya de escultura gótica. Y por último, el Retablo de San Sebastián y un órgano de 1769 que fue uno de los primeros que hubo en la provincia de León.
Ahora pasamos a la Casa-Palacio de los Condes de Grajal.
La obra fue encargada a los arquitectos italianos Cristóbal y Lorenzo Adonza por D. Hernando de Vega, y su construcción fue realizada en varias etapas, por lo que en cada momento pueden encontrarse influencias de otros autores o focos artísticos españoles.
De 1522 a 1266 se continúa enriqueciendo el palacio. Se tallan los capiteles de las columnas del patio, del tipo denominado de “castañuelas” para unos y de “tradición levantina “ para otros.
El piso inferior se reserva para el servicio, cuadras, bodega con lagar incorporado, cocinas, aljibe etc. Y el piso superior estaba destinado a la vivienda de los nobles y señores.
También hemos de destacar la “galería belvedere” que da a la plaza, espacio inusual en los palacios renacentistas de la península y sí más propio en la arquitectura italiana.
Fue declarado Monumento Nacional el día 3 de junio de 1931.
Como podéis apreciar por el relato, el día fue largo y productivo. Y aunque a la vuelta ya se notaba el cansancio, la satisfacción de haber conocido todos estos monumentos, superaba cualquier vicisitud que hubiéramos tenido que pasar.
Un saludo a todos y hasta el próximo viaje
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