Al bello Pedro se le ha
quedado pequeño el ser presidente de España, él con su belleza y por glamour lo
que le va ahora es ser rey del país. Y a la vista de todos ha quedado claro el
intento de prueba que ha protagonizado en la recepción que el “todavía rey”
Felipe VI junto a su esposa Leticia, el día de La Hispanidad.
Es que a este muchachete le
traicionó el subconsciente, cosa muy común entre botarates como este. Así que
Felipe y todos los españoles vayamos pensando que para Navidades a más tardar
tendremos nuevo rey. Y lo digo porque solo hay que ver la ascensión que lleva, de confinarle su propio partido,
por inútil y desahogado, a presidirle. Y de no votarle nadie a ser presidente
de la nación, así que a poco que se proponga acaba en el trono. No le pidan
explicaciones, que ya saben que es de poco hablar, ni del plasma que Rajoy ha
dejado libre quiere oír disertar su excelencia, sobre todo cuando la oposición
osa pedirle explicaciones del mamarracho
corta-pega de su doctorado, o lo que
sea, que ha plagiado. Esto no debe sentarle mal a nadie, es el presidente, como
le gusta resaltar una y otra vez, no sé si para que se enteren los denunciantes
de su chapuza o para enterarse que en
verdad lo es, por muy raro que parezca tener a este egocéntrico endiosado hasta la estupidez es
legal en nuestra acomplejada y palurda democracia. Pero es presidente y como
tal solo tiene precauciones con los socios golpistas, asesinos de ETA y
estalinistas de medio pelo que quieren
destruir España para que sus memos
representantas puedan seguir teniendo
buenos casoplones, pisos y demás prebendas económicas. ¿España? ¿Qué es España?
Ni lo saben ni les interesa. Es con toda está
jarcia con la que hay que terminar con las leyes de la democracia y no
con trampas y paseos como ellos pretenden. Lo que digo. Déjenle seguir con sus
teorías caóticas y en seis meses este analfabeto funcional se corona rey, igual
que Napoleón. A ver entonces quien le tose.
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