Como una banda de rufianes
que son, solo les une la pasta gansa que puedan adquirir, para al fin
satisfacer el deseo que siempre han buscado, ser ricos, formar parte de la
casta, que ellos critican solo por envidia. Prueba inapelable es ver como el presunto
presidente, Sánchez, desde el primer momento ha pasado de mentiroso mafioso, a
un asiduo del avión o el viaje en helicóptero. Ha disparado el gastos
burocráticos un 25% más en un año, y destruido siete veces más empleo, cada
día, que en la crisis financiera de 2008. Su segundo en el cargo, el comunista
Pablo, lo primero que hizo por el bien del pueblo, fue comprarse un buen
casoplón, que los Botín no pudieron tener hasta dos generaciones después, él a
los cuatro días, sin oficio ni beneficio pero bien asistido por los camaradas,
supuestamente comunistas, sus amigos venezolanos y terroristas árabes.
España para estos caraduras
es la empresa de la que sacan todos los beneficios posibles hasta que se hunda en la miseria,
una vez conseguido, teniendo suerte, que vengan otros y lo arreglen, y si no,
se cargan la democracia y se perpetúan en el poder bajo una dictadura
comunista, no es la primera vez que pasa.
Estamos pasando un momento
delicado para toda la ciudadanía, a la que ellos tratan de secuestrar, pidiendo
que no les critiquen la forma de llevar la terrible pandemia que estamos
pasando, con miles de muertos, y ellos siguen jugando a la ruleta rusa con la salud
de los españoles, Sánchez y su banda deben sentarse en el banquillo de un
juzgado.
Apoyar al gobierno con
sensatez, honestidad y honor, siempre. Pero a un gobierno de traidores,
zascandiles y títeres, nunca.
Mantengo mi propuesta, ¡Al
banquillo!
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